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las joyas de la abuela

las joyas de la abuela

No es mía, la idea. Pero fue tan preocupante, lo que dijo Mariano Marzo, y usó ejemplos tan didácticos, que vale la pena usar sus palabras en este (recién estrenado) blog. Es muy posible, además, que yo fuera el único periodista de la sala, por lo que, en cierta forma, recae sobre mí la responsabilidad de contar qué sucedió.


Mariano Marzo es catedrático de estratigrafía en la UB; ha participado en proyectos de investigación vinculado a empresas del sector y colabora habitualmente en varios medios de comunicación. De hecho es, posiblemente, el mayor experto de España en lo que a recursos energéticos se refiere.


Acudí a escucharle por recomendación del amigo de un amigo, que estudia geología. Pero a posteriori he descubierto que por la tele también deja con la boca abierta, y que su mensaje crea preocupación en todo el que lo oye. No es de extrañar...


A modo de presentación se habló de Dick Cheney, actual vice-presidente de EEUU, y del discurso que pronunció en otoño de 1999, cuando aún era director ejecutivo de Halliburton, en el que reconoció que “el petróleo es la base y fundamento sobre lo que se sustenta todo el edificio de la economía mundial”. Que “la Guerra del Golfo ha sido un fiel reflejo de esta realidad” y que “Oriente Medio es el lugar donde todavía se encuentra el premio más grande, con los dos tercios del petróleo mundial”.


Mariano Marzo comenzó su clase recordándonos que la energía está convirtiéndose en un tema estrella a nivel mediático. Este mes, sin ir más lejos, los de Vanguardia Dossier intentan dar respuesta a las incógnitas de un mundo sin petróleo.


“La energía es el motor que mueve toda nuestra sociedad”, dice Mariano Marzo. Pero no sólo eso: los hidrocarburos (carbón, petróleo y gas) suponen un 80% del consumo mundial. Y crecimiento económico significa crecimiento energético, con lo cual, queda claro que en vez de racionar lo poco que nos queda, gastamos cada vez más y más deprisa. Sólo hay que fijarse en el crecimiento económico de China para ver qué nos espera.


Y es que el petróleo es barato, más que la leche o el vino, y además se ha convertido en la base de la química orgánica: fertilizantes, medicamentos, plásticos, fibras textiles... El ordenador portátil con el que he escrito este artículo, sin ir más lejos, equivale, según Mariano Marzo, a cinco barriles de petróleo.


Algunos datos más: en la actualidad se extraen 84 millones de barriles al día. En 2010 se prevé que sean 90 y en 2030, 121. O sea, que teniendo en cuenta que cada barril contiene 160 litros de petróleo, gastamos 150.000 litros por segundo. Y la producción aumenta un 1,6% cada año.


El gasto de barriles per cápita en EEUU, donde las distancias son enormes y los motores de los coches, también, es de 20 cada año; en Europa 10 y en China 1. Pero ¿qué pasará cuando el parque automovilístico asiático alcance las cotas del mundo occidental?


El transporte es posible, en un 95%, gracias a la quema de combustibles procedentes del crudo. Pero además es el sector que más petróleo emplea: actualmente un 33% y se calcula que en 2030 llegue al 54%. Pero lo peor de todo, tal y como afirma Mariano Marzo, es que “el transporte de mercancías y personas no es flexible”. La gente quiere viajar y los tomates se tienen que llevar de un sitio a otro...


El temido momento en que el petróleo se acabe no será, de hecho, el momento en que se extraiga la última gota, pues “siempre habrá petróleo”, dice Mariano Marzo. El problema será el colapso que supondrá que la oferta no cubra la demanda. Pero petróleo habrá porque, en contra de lo que mucha gente cree, el petróleo no se acumula en bolsas, sino en espacios microscópicos de rocas porosas. Extraer el petróleo, pues, es como extraer “el café que impregna un terrón de azúcar”. La mayor parte se queda ahí...


Pero ese momento al que me refería, el peak oil, llegará más pronto que tarde. Lo que pasa es que no sabemos exactamente cuándo. Y no lo sabemos porque es imposible llevar a cabo una auditoría sobre cuánto crudo queda en la corteza terrestre, y también porque todo el mundo miente acerca de sus reservas. Como si de una partida de póquer se tratara, las compañías y los estados juegan al farol con sus accionistas o electores.


Cada vez se perforan más pozos pero éstos son cada vez menores. De momento el incremento de la producción se ha mantenido creciendo al mismo ritmo que el de la demanda, pero nadie niega, ni siquiera EEUU, que en cuestión de décadas será imposible seguir haciéndolo. Las reservas se agotan. “Comemos más de lo que reponemos en la despensa”. La tecnología aumenta pero los yacimientos son cada vez más pequeños y las condiciones más duras. Estamos viviendo, vaya, de las joyas de la abuela.


Lo repito para que la frase llegue tantos oídos como sea posible, y para que lo haga con toda su mezquindad: “estamos viviendo de las joyas de la abuela”.


Y hasta que alguien invente algo, o hasta que los políticos se decidan, Oriente Medio seguirá siendo el gran surtidor del mundo, pasando de 19 millones de barriles, que produce actualmente, a 34. Pero no basta con mantener buenas relaciones diplomáticas. Porque cuando el petróleo se acabe, la amistad pasará a un segundo plano.


Mariano Marzo lo explica con un ejemplo de lo más gráfico: en una fiesta alguien se entera de que la cerveza se está acabando y al principio, disimuladamente, se acerca a la barra para asegurarse el trago. Pero poco a poco se van enterando los demás... Así que, lo que al principio eran movimientos casi imperceptibles, acaban siendo codazos y, al final, una pelea en toda regla.


Traducid esto al plano internacional, teniendo en cuenta la de petróleo (o gas) que hay en Afganistán, Irak, Irán, Venezuela, Bolivia, Nigeria, Rusia... Y no hablemos ya de la infinidad de puntos, como el Canal de Suez (entre muchos otros), tan fáciles de bloquear como esenciales son en las rutas comerciales del petróleo, que permiten su suministro.


Las compañías con más reservas, a diferencia de lo que se cree, no son multinacionales sino empresas estatales. De hecho el propio Dick Cheney reconoció en su día que “el petróleo es un negocio entre estados”. Por eso, teniendo en cuenta que los mayores productores están en Oriente Medio, África y América Latina, y en cambio los que más consumen, en EEUU, Europa y la zona del Asia-Pacífico, Mariano Marzo habla del control de las fuentes y las rutas como “el nuevo gran juego”.

Ante unas perspectivas tan negras, los países interesados se preparan, ya sea en el plano financiero-comercial, como China o India, o en el plano político-militar, como los países de Oriente Medio. El fin del petróleo abundante y barato puede traer nefastas consecuencias.

Por eso, a no ser que consigamos controlar la fusión nuclear, “algo que no está en el horizonte de 2030”, la situación pinta muy mal. Las energías renovables tienen un margen de acción muy limitado y el calentamiento de la Tierra es imparable. De hecho, según Mariano Marzo, “Kyoto es un paso adelante, sí, pero en una cinta transportadora que va al revés”.

¿Pero qué podemos hacer? Pues básicamente moderar nuestro consumo (en general y el de energía en particular); no se trata de seguir despilfarrando hasta que no podamos más, sino de ir acostumbrándonos, poco a poco, a un cambio que, se mire como se mire, va a ser muy radical.

Pero este obligado cambio de modelo socio-político (lo cual incluye dejar de vivir a 50 kilómetros de la ciudad donde trabajamos, con el consiguiente gasto de gasolina, porque la vivienda está muy cara), ha de ajustarse al equilibrio, según Mariano Marzo, del triángulo de las tres Es: energía, economía y ecología. Cualquier desviación complicaría enormemente el ya de por sí difícil cambio.

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